El Real Madrid se enfrenta a su semana más importante de la temporada, donde puede certificar su pase a la final de la Champions League y alzarse con el título de Liga


En el Santiago Bernabéu comienzan su particular “subida al Everest”. Días que marcarán el devenir de un equipo que aspira a (volver) hacer historia. Comienza un camino difícil, pero que de salir bien, reportará unas vistas inigualables: jugar la final de Champions League y ganar el título de Liga. Todo lo que cualquier aficionado-jugador-entrenador sueña, vaya.

Primero llega la ida de Champions League, contra el todopoderoso Manchester City, uno de los mejores equipos del mundo. Pep vs Real Madrid. Un sinónimo de morbo. Eliminatoria igualadísima, ya que aunque el City es mejor equipo, amigos, es la Champions y es el Real Madrid. Todo puede pasar.

Más adelante, el sábado, llega la hora de certificar el campeonato liguero. Al conjunto de Carlo Ancelotti le vale con puntuar en casa ante el Espanyol. Algo, sobre el papel, más que posible. Esto realmente es un trámite, ya que LaLiga se gana a lo largo de las 38 jornadas, no en un solo partido. De empatar o ganar saldrán campeones a falta de varias jornadas, lo que significará el premio a una gran temporada de todo el equipo.

No vale con ganar, hay que ganar siempre.

A pesar de ello, a pesar de ser campeón de Liga y de Supercopa de España y (mínimo) semifinalista de Champions League; no bastará si no se consigue la “Orejona”. O esa es la sensación que se respira en los aledaños del Santiago Bernabéu.

No hay término medio para el madridismo: gloria o infierno, éxito o fracaso.  No hay medias tintas si vistes de blanco. El escudo y la historia te exigen siempre lo máximo. No hay concesión ni permisividad alguna. Hay que ganar siempre, y si puede ser de forma épica, mejor.

El otro día contestaba Jorge Valdano de forma más que acertada a Xavi, entrenador del FC Barcelona, explicando por qué el Real Madrid es el club más difícil del mundo: “No basta con ganar, hay que ganar siempre”, venía a decir el argentino. Y es que el Real Madrid es sinónimo de exigencia voraz, incluso enfermiza. Cualquier equipo que gane LaLiga o llegue lejos en la Champions League disfruta los días siguientes, como quien se siente campeón. El Real Madrid no, es diferente. El aficionado blanco, dos días después de ganar un título, ya piensa en volver a ganarlo la siguiente temporada. Algo que define muy bien el inconformismo blanco, y que ayuda a explicar la exitosa historia merengue.

Pase lo que pase en esta semana clave, el madridismo puede estar muy orgulloso de un equipo por el que nadie apostó al inicio de temporada. Una vez más, se subestimó al Real Madrid; y una vez más, hablaron sobre el campo.

 

Imágenes: Twitter

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