La mayor intensidad y acierto de los blancos les permite adelantarse nuevamente en el playoff final tras vencer por 81-66. Los azulgrana necesitan un cambio radical en su juego para evitar el alirón del Real en el cuarto partido


Un despliegue físico brutal le dio al Real Madrid el tercer punto de la final de la Liga Endesa y le colocó a un paso del título. Puede abrazarlo este domingo al calor de un WiZink Center que rozó la incandescencia. Los blancos arrollaron al Barça a base de intensidad. Tanta que, con el partido ya encarrilado en el último cuarto, hubo algunas jugadas consecutivas en las que los azulgranas fueron incapaces de pasar del medio campo. Una muestra de lo vivido.

Fue el primer acto un intercambio de golpes pero ya entonces se intuía cierta superioridad blanca. Anotaba con demasiada facilidad el Real Madrid cerca de canasta con sus bloqueos y penetraciones clásicas. En cambio, al otro lado de la pista la interminable sombra de Tavares achicaba a casi todo el que osaba entrar de paseo. Menos a Calathes, que mostraba su cara más agresiva y encadenaba bandejas. El primer aviso de los locales lo dio Poirier, robando el balón y subiendo el 18-12 ante del primer bocinazo.  Al final del primer cuarto se llegó con 21-16 para los locales por mor de una racha de pérdidas azulgrana y un dos más uno de Llull final.

En el segundo acto se entonó Kuric, que sumó ocho puntos seguidos. Pero al Barça se le empezaron a acumular los problemas. Exum, regresado y titular, cometía la tercera falta, las pérdidas se iban acumulando hasta llegar a las 11 del descanso ante la intensidad defensiva del Madrid, Mirotic hacía un par de airballs y los azulgranas eran incapaces de cerrar el rebote. Cinco ofensivos atraparon los blancos en este periodo.

Todo ello y una antideportiva de Sanli provocaron un tirón local hasta el 34-26. Las broncas de Jasikevicius se sucedían sin éxito y cinco puntos seguidos de Causeur y un gran movimiento de Rudy que acabó en triple llevaron la diferencia hasta los 10 puntos (44-34, min. 19).

El Barça encontró oxígeno en las faltas forzadas por Laprovittola y otra absurda de Yabusele en el último segundo que regaló tres tiros libres a Davies (46-39).

Deck atrapa un rebote para luego anotar en el aro del Barça.

Pero más agua esos puntos acabaron resultando un espejismo porque la segunda parte fue un martirio para el Barça, que empezó a sacar bandera blanca muy pronto. Deck no se cansaba de percutir y no había quien le detuviera. Firmaba el argentino un amenazante 55-42 ante el que los azulgrana aún tuvieron arrestos para responder de la mano de Kuric. Pero ahí se acabaron sus fuerzas. Poirier tomó el relevo de Tavares y empezó a coger rebotes en la pintura culé que fueron destrozando la moral azulgrana.

Coincidiendo con un descanso para Tavares, el Barça consolidó su reacción con un parcial de 0-8 que obligó a Mateo al tiempo muerto. Causeur fue el encargado de dar respuesta rápida y luego Poirier, dominando el rebote, y Llull con un triple superando la presión recuperaron la distancia (66-53) para cerrar el período.

El golpe de gracia fue un parcial de 6-0 para el Madrid nada más arrancar el último cuarto. Los blancos, todo energía, eran una central nuclear. Yabusele abusaba del aro con un mate tras rebote ofensivo para poner la máxima en 72-53.

El Barça, sin ideas ni fuerzas, no anotó en más de tres minutos y se desintegró. Con el partido resuelto aparecieron Núñez y Ndiaye, que metió un canastón a la media vuelta. 81-66 final que acerca al Real Madrid al título liguero.

Domingo cuarto partido en el Wizink en el que el Barça deberá ganar para forzar el quinto y decisivo encuentro en el Palau y evitar así ver como los blancos se alzan con el trofeo.

Fotos: Diario AS y ACB

Twitter: @alexgomezse