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Miguel Ángel Russo: del debut en la altura de Quito a una vida de lucha apasionada por el fútbol

Un repaso a la vida, carrera y legado de un técnico que dejó su huella en América y cuyo debut con la selección argentina fue en suelo ecuatoriano, en la altura de Quito


A Miguel Ángel Russo no lo definieron solo los logros ni las vitrinas llenas de copas, sino el corazón con el que enfrentó cada batalla. Fue un héroe de carne y hueso, un tipo que se ganó el respeto del fútbol con humildad, coraje y una pasión inquebrantable. Russo siempre fue  un hombre que vivió el juego con el alma.

Este miércoles 8 de octubre, a los 69 años, Miguel Ángel Russo dejó la vida terrenal para unirse con los inmortales del fútbol. Una complicación derivada del cáncer de próstata que lo acompañó durante años terminó apagando su cuerpo, pero no su legado.
El fútbol llora a un técnico, pero también a un hombre que fue símbolo de entrega y fe inquebrantable.

Un legado que trasciende los clubes

Russo dejó una huella imborrable en cada equipo que dirigió. En Boca Juniors, donde levantó la sexta Copa Libertadores del club en 2007, alcanzó la gloria eterna junto a Riquelme y Palermo.
También llevó a Rosario Central a conquistar la Copa de la Liga 2024, cerrando el círculo de una carrera marcada por la perseverancia.

Desde su debut como DT en Lanús, donde logró dos ascensos, hasta sus pasos por Estudiantes, Vélez, Racing, San Lorenzo, Millonarios, Universidad de Chile, Morelia, Cerro Porteño, Alianza Lima y Al Nassr, Russo fue un trotamundos del fútbol con una brújula clara: el orden, la disciplina y la inteligencia táctica.

Su mayor victoria no fue solo deportiva, sino humana: venció al cáncer mientras seguía dirigiendo y motivando a sus jugadores, demostrando que la verdadera fortaleza no está en gritar desde el banco, sino en resistir con el alma.
En Colombia, con Millonarios, levantó la Liga y la Superliga, consolidándose como un símbolo de lucha y esperanza.
En su último paso por Boca, entre 2020 y 2021, sumó dos títulos nacionales. En 2023, devolvió la alegría a Rosario Central, y en junio de 2025 asumió su tercera y última etapa como técnico xeneize, donde dirigió su último partido ante Central Córdoba que termino en  empate 2-2 el  pasado 21 de septiembre.

La conexión con Ecuador: el inicio de su historia albiceleste

Pocos recuerdan que Ecuador fue el escenario donde Miguel Ángel Russo debutó con la Selección Argentina.
Era el 10 de agosto de 1983, en Quito, por la Copa América de ese año, un torneo sin sede fija, jugado en formato de ida y vuelta.
Carlos Salvador Bilardo, en plena construcción de su “Estilo Estudiantes”, le dio la confianza a un mediocampista de 27 años que simbolizaba el orden, la marca férrea y la lectura táctica.

Ese día, Argentina empató 2-2 ante Ecuador, en un partido que quedó grabado en la memoria por su intensidad. Los goles argentinos fueron obra de Jorge Burruchaga (40’ y 51’), pero Ecuador, dirigido por el histórico Ernesto Guerra, remontó con tantos de Galo Vásquez (68’) y José Vega (89’), haciendo respetar la altura de Quito.

En aquel entonces, la selección ecuatoriana era dirigida por el histórico Ernesto Guerra, reconocido por haber sido el autor del primer gol en la historia del campeonato nacional, en 1957. Para ese duelo frente a Argentina, por la Copa América de 1983, el estratega tricolor alineó de la siguiente manera:

Carlos Delgado; Orlando Narváez, Hans Maldonado, Horlen Klínger, Wilson Armas; Carlos Gorozábel, Mario Tenorio, José Villafuerte, José Vega; Lupo Quiñónez y Polo Carrera.

Por su parte, la selección argentina, bajo la conducción de Carlos Salvador Bilardo, formó con:

Nery Pumpido; Omar Jorge, José Luis Brown, Oscar Garré, Néstor Clausen; Ricardo Giusti, Miguel Ángel Russo, Jorge Burruchaga, Alejandro Sabella; Ricardo Gareca y Víctor Ramos

Russo fue titular en ese partido y en los tres restantes del torneo. Su despliegue físico lo convirtió en pieza clave para Bilardo, quien confiaba en su resistencia y sentido táctico, sobre todo en la exigente altura quiteña.

Continuó siendo convocado en las eliminatorias para el Mundial de México 1986, disputando cinco partidos. Pero una lesión de rodilla lo dejó fuera de la cita mundialista, privándolo de cumplir su gran sueño.
Esa misma dolencia lo obligó a retirarse joven, a los 32 años, en 1988, con la camiseta de Estudiantes.

El maestro que aprendió de Bilardo

De su paso por la selección y su relación con Bilardo, Russo heredó los valores que marcaron toda su carrera: el orden táctico, el equilibrio, el esfuerzo colectivo y la inteligencia en el juego.
No fue un “bilardista puro”, pero sí un discípulo del método, de la disciplina y del respeto al trabajo silencioso.

Miguel Ángel Russo fue de esos técnicos que no necesitaban gritar para hacerse escuchar. Su calma era autoridad. Su ejemplo, inspiración. Y detrás de cada título, de cada entrenamiento, había un hombre que entendía al fútbol como un acto de vida, de pasión y de fe.

Hoy el fútbol despide a un entrenador, pero celebra al ser humano. A un hombre que supo ganar sin humillar, perder sin rendirse y vivir sin perder la fe. Miguel Ángel Russo no se fue, solo cambió de cancha.
Allá arriba, donde el cielo tiene forma de estadio, seguirá dibujando tácticas, ordenando defensas y hablando bajito, como siempre lo hizo, con esa serenidad que solo tienen los grandes.