Esta victoria pone a la tricolor muy cerca del mundial de Catar 2022, pero ante todo, revive las esperanzas en un proceso joven que no evidencia excentricidades
El fútbol nos permite iluminar, por unas cuantas horas, nuestra oscura realidad. No es mi intención simplificar los problemas de la vida política, económica y social del país; lo que busco es ponderar, desde esta pequeña e inocente burbuja, el triunfo de nuestro seleccionado masculino de fútbol.
Ecuador ganó por primera vez en Chile. Aquel país era tierra áspera, hostil y de mala suerte. Nunca nos sentimos cómodos jugando en tierras araucanas. Habíamos jugado excelentes partidos, anotado bonitos goles, pero nunca conseguido una victoria. La noche de ayer ganamos 2 a 0 con goles de Pervis y Moisés. Un triunfo incuestionable.
La selección de Gustavo Alfaro logró afianzar un sistema de juego que se potencia con velocidad y gambeta, lo que lo convierte en un equipo con alta probabilidades de llegar al arco rival con mucha gente en ofensiva. Además, la tricolor no sólo cuenta con fortalezas físicas, se presenta como un conjunto solidario, comprometido y con estabilidad mental. La selección jugó su partido ante Chile con un combinado que promedia los 24 años de edad. Hay futuro.
Esta victoria pone a la tricolor muy cerca del mundial de Catar 2022, pero ante todo, revive las esperanzas en un proceso joven que no evidencia excentricidades. Ecuador ganó y genera una emoción que se expande al interior de una burbuja que, más temprano que tarde, explotará con nuestra realidad. Hoy es momento de festejar, de emocionarse y usar el fútbol como aquel analgésico que hace tolerable nuestro diario vivir.
Un país que registró este año la peor masacre carcelaria de su historia, que tiene un Presidente investigado por evasión de impuestos, que presenta los índices más altos de desempleo y desnutrición de la región, hoy puede disfrutar del triunfo de su equipo de fútbol.
La tricolor jugará en enero del oróximo año, seguramente durante los próximos días nuestras realidades políticas, económicas y sociales no podrán ser silenciadas por los goles del camino mundialista, quizá ese respiro permita ganar los problemas sociales que Piero, Gonzalo o Pervis no podrán lograr con el fútbol, pero lo primordial será creer que, sobre la base de proyectos solidarios, empáticos y con anhelos conjuntos, no solo se puede llegar a un mundial. Francisco Maturana tiempo emitió un enunciado que hasta el día de hoy ronda mi cabeza: «se juega como se vive». ¿Es posible comprobar esa frase? Sin encontrar respuesta hoy la considero necesaria para decir que Ecuador necesita vivir como juega su selección, caso contrario estaremos sumidos a padecer en la burbuja del fútbol como vía de escape a nuestra trágica realidad.
Foto: API
Twitter: @LRCadena