El Getafe de Bordalás vuelve a exhibir su juego rudo, pero efectivo
Un año más, el equipo azulón comienza la temporada de una manera muy similar a la que la acabó. Tras un mercado de fichajes sin muchas incorporaciones, Bordalás se va a ver obligado a volver a hacer magia con una plantilla limitada y a la que las lesiones siguen perjudicando. Sin embargo, esto no ha sido excusa para rascar un punto en el partido inaugural del campeonato ante el actual campeón.
Y es que el Barcelona comienza a ver el Coliseum como el «estadio maldito». El conjunto culé no anota un gol en el feudo azulón desde el año 2019. Para que nos hagamos una idea, Junior Firpo fue el último jugador en vestir la camiseta azulgrana capaz de marcar en Getafe. Desde entonces, tres empates sin goles y una derrota por la mínima frente a los azulones.
Ante esto, la justificación de los azulgranas viene a ser la misma en los últimos años; pérdidas de tiempo, bloque bajo, juego duro, césped alto… Ayer Xavi se empeñó en rueda de prensa en señalar a la propia Liga por partidos como este: «Hoy el mensaje es ese. El producto es una vergüenza. Normal que la gente no quiera ver fútbol porque esto no ha sido un partido».
La pregunta que hay que hacerse ahora es: ¿Cómo debería haber jugado el Getafe? Según muchos, de otra manera, pero… ¿Qué manera? Según Xavi, esto no es fútbol. Entonces… ¿Qué sí lo es?
La plantilla del Getafe cobra en total menos de lo que puede llegar a ganar el propio Robert Lewandoski. Al igual que otros muchos clubes de LaLiga, el Getafe está teniendo muchas dificultades para inscribir a jugadores, ya ni hablemos de comprar o incorporar nuevos. La diferencia es que ni el Getafe, ni el Celta, ni el Cádiz o ni el Rayo tienen palancas que les ayuden a dar ese último empujón. Por lo tanto, no se puede exigir a un equipo así lo mismo que a un Barcelona o a un Real Madrid. No se le puede exigir al Getafe que sea la nueva Holanda de los 70 o el nuevo Barcelona de Guardiola. Eso es algo irreal e ilógico.
Cada equipo tiene sus armas. El Getafe tiene estas, un equipo duro, muy difícil de generar ocasiones, que en ocasiones juega al límite, pero siempre dentro de la legalidad vigente. Y es que no hay fútbol más puro que el fútbol canchero. Porque si el Barcelona ya sabía cómo jugaba el Getafe, no se puede entender como Raphinha pudo perder los papeles de esa manera agrediendo a Gastón. Y eso, es entrenable. Si sabes que el Getafe te va a dejar el césped alto, que va a buscar sacarte del partido y que se va a encerrar atrás, la solución es sencilla; entrénalo.
La realidad es que Xavi trató de contrarrestar el juego del Getafe metiendo algo más de músculo en el centro del campo con Oriol Romeu. Sin embargo, no fue suficiente para superar la barrera azulona. Con un Pedri superado por Djené, la entrada de jugadores con menos físico, pero con más pegada, dieron la vuelta a la cara del equipo, que estuvo cerca de llevarse el partido gracias a las llegadas de Abde, Ansu o el prometedor Yamal, que dejó algunos detalles más que interesantes. Igual la solución a este partido hubiese pasado por estos jugadores desde un inicio. El talento, la juventud y el desborde de estos jóvenes fueron los que pusieron en más aprietos a la zaga de Bordalás, lo que nos puede llevar a pensar que el planteamiento inicial culé fue erróneo para esta clase de partido.
En definitiva, y como comentó Bordalás en sala de prensa, no se puede justificar no haber conseguido los tres puntos con una plantilla tan increíble señalando que el rival «da patadas» o «pierde tiempo». No hay una única manera de jugar al fútbol. De hecho, hay infinitas. Y aunque las formas de jugar de Getafe y Barcelona sean completamente antagónicas, contraponer sobre un terreno de juego estas ideas también es fútbol, le pese a quien le pese.
Foto: Cadena SER
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