Cuando se cruzan las puertas del Santiago Bernabéu se puede sentir el peso de la historia, es aquello que Valdano definió como “miedo escénico”, algo que no puedes ver ni tocar, pero que sabes que está ahí
En la antigua Babilonia existían ocho puertas en la muralla exterior que daban acceso a la ciudad, una de ellas, la de la diosa Istar, se decía que guardaba una maldición para todos aquellos que la atravesaban con intención de subyugar a sus habitantes.
De esto nunca hubo pruebas, pero tampoco dudas. Daba igual que fuera el gran Alejandro Magno o el emperador romano Trajano los que quisieran invadir lo que con los siglos se convirtió en el corazón del imperio parto, todos caían en desgracia de una manera u otra poco después de atravesar la dichosa puerta. Los que llegaron después que ellos se volvieron, de repente, temerosos de un poder que no comprendían.
Algo similar pasa cuando se sobrepasan las puertas del Santiago Bernabéu, el templo más sagrado del fútbol europeo. Aquí no se trata de contar lo que ya saben, que el Real Madrid, con otra gesta tan inesperada como indescriptible, estará en la final de la Champions en París el 28 de mayo.
Aquí la cuestión es tratar de entender cómo un equipo que en agosto no era favorito ni para ganar su liga y con un entrenador que parecía en franca retirada, esté en mayo con el campeonato doméstico en el bolsillo y a 90 minutos (o 120, ya veremos) de levantar su 14ª Copa de Europa.
Y no solo eso, sino que lo ha hecho dejando en el camino a tres de los mejores equipos de fútbol del mundo. Como si de una cruzada se tratase, el Real Madrid, referencia de la vieja Europa, ha sumido en una profunda depresión a tres de los clubes más dopados económicamente y con una propiedad menos arraigada del continente, el Chelsea del oligarca ruso y los dos clubes-estado de Oriente Medio, City y PSG.
Se da además la circunstancia de que esta no es, ni de lejos, la mejor plantilla del Real Madrid de los últimos años, pero sí es la más emotiva. Ya puede ser un veterano de 36 años con la vitrina llena o un novel de 19 con todo por ganar, lo mismo da, cada futbolista que salta al campo con la camiseta blanca tiene una fe en la victoria que va mucho más allá de toda lógica. De ahí la cara de los rivales eliminados con el pitido final, con ese gesto que parece decir ¿cómo ha pasado esto? ¿no éramos mejores que ellos? Mucha más incredulidad que rabia. El Real Madrid ha conseguido dominar el caos.
Da igual que enfrente esté el más formidable de los adversarios, aquel que incluso hizo temblar los cimientos del madridismo, Pep Guardiola. Para que esto se produzca hay un componente místico, como con la Puerta de Istar, que trasciende al propio fútbol y al deporte. Se puede sentir el peso de la historia y todos los que cruzan sus puertas lo hacen arqueando las cejas, sabiendo que en el césped del Bernabéu yacen miles de cadáveres deportivos. Equipos que entraron con la seguridad y confianza de saberse superiores, pero que salieron cabizbajos y superados por una atmósfera asfixiante provocada por decenas de miles de gargantas que hacen levitar a los futbolistas blancos uno o dos metros por encima del suelo.
Es aquello que Valdano definió como “miedo escénico”, algo que no puedes ver ni tocar, pero se puede sentir.
En estos casos, ser supersticioso puede ser un buen escudo protector, sobre todo cuando la historia es tan recurrente. Por eso sorprende el alarde de osadía de Salah un día antes del Real Madrid-Manchester City asegurando que prefería al equipo de Ancelotti en la final. Quizá 24 horas después haya cambiado de opinión.
Se podría hablar de la omnipotencia de Benzema, del rejuvenecimiento de Modric, de las paradas de Courtois o de la fortaleza del bloque, pero va mucho más allá. Se podría seguir hablando de la suerte o de la magia del Bernabéu y del Madrid en Champions, pero tampoco alcanzaría. Es difícil de entender, pero tampoco hace falta hacerlo, sale más rentable sentarse y disfrutar mientras el Real Madrid sigue, partido a partido, escribiendo la historia del fútbol.
Foto: Manu Fernández/AP
Twitter: @IvanCaceresR94