Guayas fue la cuna y el corazón del balompié nacional, pero la burocracia apagó su pasión. Mientras tanto, Pichincha transformó la planificación en poder y llevó la gloria del Ecuador más allá de sus fronteras
Algo que nos identifica profundamente como ecuatorianos, y que nos une cada fin de semana, es la pasión que sentimos por el «Deporte Rey». En sus inicios, Guayaquil fue su cuna y su bandera: allí rodó la primera pelota, nacieron los primeros clubes y el país aprendió que una cancha también puede ser un espejo de la sociedad: de su pasión, de sus errores y de sus dirigentes.
Sin embargo, quienes hacen la historia son quienes la escriben, y esta cambió de rumbo. El fuego que se encendió en el puerto terminó soplando con más fuerza en la altura. El poder deportivo migró hacia Quito y, con él, llegó una nueva forma de entender el fútbol: menos corazón, más gestión; menos discurso, más estructura. Mientras la Sierra levantaba copas, la Costa se quedaba contando historias.
El nacimiento y auge en Guayaquil
Todo comenzó a finales del siglo XIX. Entre marinos ingleses y jóvenes guayaquileños curiosos por aprender, nació el primer amor de Ecuador por el fútbol. El ecuatoriano-británico Juan Alfredo Wright fue uno de los pioneros: él trajo este deporte en 1899 y comenzó a organizar los primeros encuentros en 1902, encendiendo así la llama del fútbol en el país.
Con él nacieron el Guayaquil Sport Club, el primer club formal del Ecuador; el Club Sport Ecuador; y, años más tarde, Barcelona SC (1925) y Emelec (1929). Guayaquil fue la ciudad que fundó el profesionalismo en 1951 y lideró la creación del primer campeonato nacional en 1957.
Durante décadas, el fútbol ecuatoriano tuvo acento costeño y alma obrera. Era fiesta en el Estadio Modelo, todos sintonizaban su radio, y el fútbol movilizaba multitudes en el puerto principal. El balón se mezclaba con la política, los dirigentes eran ídolos y los clubes, parte del ADN popular.
Pero, con el tiempo, esa misma pasión que levantó imperios también comenzó a destruirlos.
A lo largo de los 68 años de existencia del fútbol profesional en Ecuador, los equipos más populares del Guayas, como Barcelona SC y Emelec, han alcanzado un total de 30 títulos nacionales. De estos, la escuadra torera se consolida como el club con más campeonatos, con 16 títulos, mientras que la escuadra eléctrica ha obtenido 14.
Históricamente, destaca la escuadra canaria por ser el primer club ecuatoriano en llegar a las finales de la Copa Libertadores, en 1990 y 1998.
Pero estas escuadras más populares de la Perla del Pacífico han vivido épocas destacadas, en las cuales dirigentes como George Capwell, Omar Quintana y Nassib Neme, por parte de la escuadra eléctrica, impulsaron la creación y modernización del Estadio George Capwell, fortalecieron la cantera y formaron equipos memorables, como “Los Extraterrestres” en la época de Quintana. George Capwell (años 40–50) se enfocó en la modernización e infraestructura, construyendo el estadio, profesionalizando la administración y consolidando la identidad eléctrica, convirtiendo a Emelec en un referente en gestión y formación deportiva.
Omar Quintana (2001–2007 y 2010–2012) mejoró la cantera, implementó planificación deportiva seria, cuidó la infraestructura y fortaleció la institución, logrando competitividad nacional, títulos y consolidación como club organizado. Por su parte, Nassib Neme (2010–2015) apostó por la profesionalización empresarial, gestionó el club con criterios corporativos y fortaleció la infraestructura y la cantera, logrando estabilidad institucional, mejora de imagen y un tricampeonato entre 2013 y 2015.
En cambio, su clásico rival, Barcelona SC, ha vivido etapas destacadas gracias a dirigentes que marcaron la historia del club, impulsando su profesionalización y expansión. Entre ellos, un joven Gallo Rogérien implementó un modelo de gestión estratégica enfocado en la competitividad deportiva, priorizando resultados a corto plazo mediante mejoras en la plantilla y fichajes. Esto permitió al club mantener su presencia en torneos internacionales y reforzar su identidad competitiva, manteniendo vigente su legado histórico en el fútbol ecuatoriano.
El dirigente más importante, y cuyo estadio lleva su nombre, Isidro Romero Carbo, promovió la modernización de la administración, fortaleció la cantera e infraestructura e impulsó el marketing y la visibilidad internacional del club. También logró que el club, con la hinchada más grande del país, tuviera su propio estadio. Gracias a su gestión, Barcelona vivió su época dorada, llegando a las finales de la Copa Libertadores en 1990 y 1998, consolidando la institución y ampliando su marca a nivel internacional.
Pero no todo ha sido color de rosa. El uso de estos clubes como plataformas para politizar generó caos y déficit en la dirigencia del Guayas. En Barcelona SC, algunos ex presidentes priorizaron sus intereses personales por encima del bienestar del club, y los problemas comenzaron con Eduardo Maruri, cuya mala gestión y contratación de jugadores que no rindieron aumentaron el déficit, dejando deudas que se fueron acumulando.
Luego, Antonio Noboa continuó con decisiones improvisadas que incrementaron el pasivo del club. Actualmente, bajo la dirigencia de Antonio Álvarez, la situación administrativa sigue siendo complicada: en una asamblea realizada en octubre, se informó que la deuda había alcanzado los 55 millones de dólares, reflejando un desorden financiero significativo.
El Emelec también ha vivido una gestión marcada por la crisis financiera y la mala administración. Bajo la presidencia de José Pileggi (2022–2024), el club se vio forzado a recibir préstamos internos por parte de los directivos para poder cubrir gastos urgentes, salarios de jugadores y cuerpo técnico. Por ejemplo, se reveló que Pileggi prestó alrededor de US$ 200.000 al club, los cuales aún no ha recuperado. Además, Pileggi reconoció que las deudas del club superaban los US$ 15 millones a inicios de 2023.
Cuando asumió César Avilés, la situación se profundizó: según la nueva directiva, el déficit habría alcanzado los US$ 36 millones, con un aumento de aproximadamente US$ 10 millones en el último año. Avilés también heredó demandas de jugadores que suman varios millones de dólares y sanciones de transferencia
Con esto llegamos a la conclusión de que mientras algunos dirigentes lograron títulos y momentos de gloria (Capwell, Neme, Romero, Quintana), otros dejaron un legado de caos financiero y decisiones improvisadas que debilitaron la sostenibilidad de los clubes. El patrón repetido: confundir éxito deportivo con estabilidad institucional y gastar más de lo que el club podía cubrir.
El ascenso del poder quiteño y reflexión final
Mientras Guayaquil se enredaba en su nostalgia, Quito construía futuro. Liga Deportiva Universitaria de Quito, bajo la dirección de Rodrigo Paz, fue el arquitecto de su rica historia: estadio propio, cantera, finanzas sanas y un modelo de gestión que dio frutos continentales. Su primer gran logro internacional llegó con la Copa Libertadores 2008, que otorgó al país su primer título de este nivel, seguida de otros trofeos como la Copa Sudamericana 2009 y las Recopas 2009 y 2010.
Por su parte, la última buena gestión de un club nacido en el país se dio en Independiente del Valle, gracias al modelo de Michael Deller, basado en modernidad, ciencia aplicada al fútbol y desarrollo de cantera. Este enfoque marcó una nueva era, mientras que clubes tradicionales de la capital, como Deportivo Quito, Aucas y equipos históricos de resistencia como El Nacional el único bitricampeón del fútbol ecuatoriano— mantienen su legado histórico y cultural.
En la provincia de Pichincha, los clubes se han destacado tanto a nivel nacional como internacional. LDU Quito lidera con 13 títulos nacionales y 5 internacionales, incluyendo la Copa Libertadores 2008, la Copa Sudamericana 2009, las Recopas 2009 y 2010, y la Copa Suruga Bank 2009. El Nacional también suma 13 títulos nacionales, aunque sin logros internacionales oficiales. Independiente del Valle cuenta con 1 título nacional —casi alcanzando el segundo en la presente temporada—, además de la Copa Sudamericana 2019 y 2022 y la Recopa 2023. Deportivo Quito ha obtenido 5 títulos nacionales, mientras que Aucas tiene 1 título nacional (2022), sin logros internacionales. En total, los clubes de Pichincha acumulan 33 títulos nacionales y 7 internacionales.
En Pichincha, dirigentes como Rodrigo Paz Delgado en LDU Quito y Michael Deller en Independiente del Valle han marcado la historia de sus clubes con modelos innovadores. Paz Delgado implementó un enfoque de planificación y profesionalización integral, logrando estadio propio, fortalecimiento de la cantera y finanzas sanas. Por su parte, Deller apostó por la modernidad y la ciencia aplicada al fútbol, desarrollando la cantera, impulsando el marketing del club y perfeccionando el scouting, consolidando a Independiente del Valle como un referente de gestión moderna en el fútbol ecuatoriano
En Pichincha, la gestión de algunos clubes también ha estado marcada por caos y déficit financiero. El Nacional, bajo Lucía Vallecilla (2019–2023), logró el ascenso a la Serie A en 2022, pero enfrentó crisis económica, juicios y acefalía institucional, con una deuda de USD 12 millones, problemas de pagos y contratos dobles, además de demandas internas por USD 780.000 y el desconocimiento de la directiva por parte del Ministerio del Deporte. Por su parte, Sociedad Deportiva Quito, con Fernando Mantilla (2009–2013), celebró el campeonato de 2011, pero terminó endeudado y descendido; la inversión en plantillas alcanzó USD 9 millones, generando un déficit de USD 3,7 millones al 2013 y la pérdida de apoyo institucional tras la salida de Mantilla. En conclusión, aunque se alcanzaron éxitos parciales, estos se lograron a costa de estructuras financieras insostenibles, demostrando que la planificación y la visión son determinantes entre la gloria duradera y el caos.
Las estadísticas y el cambio de modelo del fútbol en las dos principales ciudades del país muestran un contraste evidente. En el Guayas, el fútbol vive del recuerdo, como lo refleja con frecuencia Barcelona SC y la propia prensa; mientras que en Pichincha, la dirigencia apostó por un modelo europeo, llevando el nombre de Ecuador a lo más alto. Porque así es el fútbol: “Los campeones no se hacen solo con goles, se hacen con disciplina, estrategia y visión.” Y ha llegado la hora de que el fútbol en el Guayas reciba un sacudón, que rompa viejas costumbres y renueve su método, para devolverle la alegría a una hinchada que la espera con el corazón en la mano.
