Barcelona SC no encuentra rumbo: una hinchada desilusionada, un plantel sin ideas de juego, un cuerpo técnico superado y una Copa Libertadores que se le escapa una vez más en el año de su centenario
En el año que Barcelona Sporting Club celebra su centenario, la ilusión de una campaña gloriosa se desvanece entre decisiones erráticas y un rendimiento futbolístico muy por debajo de lo esperado. Desde el inicio de la temporada, la institución enfrentó turbulencias administrativas, con una dirigencia cuestionada y una continua incertidumbre ante la necesidad de un técnico con la capacidad de liderar el proyecto. A esto se sumó la designación de Segundo Castillo como director técnico. El «Mortero» dejó buenas sensaciones del equipo, en una destacada actuación ante Corinthians; pero su falta de experiencia se ha hecho evidente en la ausencia de ideas claras de juego. Todo apunta a que su ciclo debe cerrarse de forma digna, saliendo por la puerta grande como símbolo del club que es, pero dejando paso a un cuerpo técnico con la experiencia y el carácter necesarios para enderezar el rumbo.
En el reciente enfrentamiento contra Independiente del Valle por Copa Libertadores dejó al descubierto las carencias del equipo. Aunque Felipe Caicedo adelantó al ‘Ídolo’ al minuto 24 con un gol de calidad, el dominio fue fugaz. La falta de claridad táctica y la ausencia de respuestas desde el banquillo permitieron que el rival tomara el control del partido, explotando las debilidades defensivas, especialmente por el costado izquierdo, donde Janner Corozo y Aníbal Chalá fueron superados una y otra vez.
Las estadísticas reflejan una posesión del 63% para Independiente del Valle frente al 37% de Barcelona SC, con 7 remates al arco de parte del equipo, local contra apenas 2 del visitante. La escasa generación ofensiva y un mediocampo desconectado, son señales urgentes de que este plantel necesita una conducción firme y profesional.
La plantilla, que en teoría fue armada para competir en lo más alto, no ha estado a la altura. Felipe Caicedo, pese a su gol, evidenció signos de fatiga temprana; Joaquín Valiente aún no logra asumir el peso de ser el heredero del ‘10’ que dejó Damián Díaz; Janner Corozo ha perdido el desequilibrio que alguna vez lo convirtió en figura; y Joao Rojas sigue siendo una incógnita, sin respuestas claras sobre su recuperación a más de un año de su llegada.
En las gradas, donde antes vibraba la pasión incondicional del pueblo amarillo, ahora retumba un murmullo de desencanto. La hinchada, que jamás dio la espalda ni en los peores momentos, hoy observa con tristeza cómo el equipo de sus amores se diluye entre promesas rotas y decisiones sin rumbo. Las banderas ondean, pero no con júbilo, sino con la esperanza rota de un centenario que prometía gloria y hoy se tiñe de melancolía. Porque Barcelona no es solo un club, es una herencia emocional, un símbolo de lucha barrial que no merece ver a su escudo arrastrarse sin pena ni gloria.
Es momento de que la dirigencia actúe con decisión. El centenario no puede quedar marcado por la frustración. Barcelona SC necesita un técnico de jerarquía, con experiencia internacional y liderazgo para recomponer un camerino golpeado y sin dirección. La historia de este club exige más: exige grandeza, orden y resultados.
Porque el fracaso solo es tal si no se aprende de él. Este parón del campeonato debe ser una oportunidad para corregir el rumbo, levantar la cabeza y trabajar con humildad y coraje. Que el centenario no sea solo un recuerdo, sino el inicio de un nuevo despertar para el Ídolo del Ecuador.