Un comunicado de los jugadores por falta de pago, sumado a una dirigencia ausente, pone al Ídolo del Astillero al borde del caos mientras se cierra el campeonato local
Un capítulo más, se escribe en el libro la peor dirigencia, que Barcelona SC ha vivido en los últimos quince calendarios. El Ídolo del Astillero, ese equipo, que supo rugir en el Monumental y hacerse gigante en la adversidad, hoy aparece arrodillado por la ineptitud de una dirigencia que le ha quedado grande la camiseta. Y así, como síntoma de una enfermedad que ya no se puede esconder bajo la alfombra, los jugadores decidieron no entrenar, cansados de promesas y bolsillos vacíos. El comunicado no fue sorpresa; fue la consecuencia lógica de una dirigencia que hace rato se cae a pedazos.
En redes sociales, futbolistas del cuadro torero rompieron el silencio y expusieron lo que en los pasillos ya era un secreto a gritos: cuatro meses de sueldos impagos y una deuda que se arrastra desde diciembre de 2024. Pero el problema ya no es solo el dinero; es una ruptura ética, moral y comunicacional sin precedentes entre el plantel y la presidencia encabezada por Antonio Álvarez. Un presidente ausente y lejano e incapaz de sostener su palabra y de comprender que Barcelona SC, no se dirige con discursos tibios ni se administra, a punta de comunicados fríos.
En el comunicado emitido por los jugadores se indica que no son únicamente ellos quienes han sufrido el incumplimiento de pagos, sino también el personal que sostiene el funcionamiento diario del club: cuerpo técnico, utileros, personal médico, cocina y administrativos, a quienes se les adeudan hasta cuatro meses de salario.
También indican que han recibido múltiples fechas de pago por parte de la directiva y que la ultima fue este 15 de Diciembre y que no la cumplieron lo cual ha generado que se rompa la confianza.
A esto hay que su sumarle que aun se le adeuda el 50% del sueldo correspondido a diciembre del 2024. Y expresan, que por mas que no les han pagado y que la directiva no ha dado la cara, la plantilla ha seguido jugando por su compromiso con la hinchada y la institución y el amor a los colores.
Ante este incumplimiento los jugadores han informado que:
- El plantel ha decidido no presentarse a los entrenamientos hasta que se regularicen los pagos pendientes. Es una medida justa ante una institución que exige, pero que no está cumpliendo con nuestros derechos básicos.
- Estamos evaluando la posibilidad de no presentarnos a jugar el partido del fin de semana, pese a que entendemos la importancia del mismo.
Y ante este comunicado, el presidente de la institución, Antonio Álvarez, se pronunció con declaraciones que más parecen un tiro de ahogado frente a la profunda crisis que atraviesa el club, en las que se destacan los siguientes puntos:
El indica que hay una ruptura total con el plantel tras denunciar la existencia de «líderes negativos» que supuestamente mantienen secuestrado al grupo. El lanza acusaciones graves de indisciplina, señalando que mientras el club cumplía con los pagos, los jugadores incurrían en actos de «farra», llegaban en estado de ebriedad a los entrenamientos y fingían lesiones para no trabajar, lo que en su opinión explica los malos resultados deportivos.
También, cuestiona la falta de ética de futbolistas que perciben sueldos de entre $30.000 y $40.000 mensuales y deciden paralizar actividades por retrasos de pocos días, comparándolos negativamente con el equipo femenino y los trabajadores administrativos que, ganando mucho menos, han mantenido su compromiso. Y finalmente, el presidente anuncia una purga masiva de 10 jugadores para 2026, asegurando que priorizará el pago de quienes se quedan en la institución y enviando a los que salen a cobrar sus haberes mediante instancias legales en la FEF, cerrando así cualquier posibilidad de conciliación amistosa.
Ante todo este caos, se suma la pésima administración que ha marcado estos dos años de gestión. Un periodo que debía quedar en la historia por el año del centenario, cuando la hinchada torera merecía ver a su Ídolo vestido de gala, compitiendo como lo que siempre ha sido. En lugar de eso, hoy se intenta vender como hazaña una simple clasificación a Copa Libertadores, una mediocridad disfrazada de logro. Poco se puede esperar de una dirigencia sin rumbo y de un presidente que ha demostrado no estar a la altura del cargo, más cercano a las actitudes de un niño berrinchudo, dominado por la soberbia y la improvisación, que al liderazgo maduro, firme y responsable que exige el club más grande del país.
Ya es hora de un cambio. Los resultados pueden faltar, pero las señales son claras: el problema no está en la plantilla, sino en una dirigencia que no da la cara, que se esconde en comunicados y que parece más preocupada por pelear, señalar y dividir que por trabajar seriamente para devolver a Barcelona SC al lugar que le pertenece: lo más alto del Astillero y del fútbol ecuatoriano.
