Del orden de Makelele a la energía de Kanté, el Chelsea siempre tuvo un mediocampo único. Hoy, Moisés Caicedo escribe ahí su propio capítulo, con trabajo honesto, talento y resiliencia.
En Stamford Bridge existe una tradición que no aparece en los vitrales ni en las placas doradas, pero se siente en cada recuperación, en cada cierre quirúrgico, en cada volante que entiende que el mediocampo es territorio sagrado. Una historia escrita por nombres que marcaron época y hoy, un ecuatoriano que brilla con luz propia. Moisés Caicedo, camina hacia un lugar que no se regala, el de heredero legítimo de los grandes pivotes del Chelsea.
Porque aunque su primera temporada fue crítica, dura y hasta injusta, Enzo Maresca encontró en él lo que Mauricio Pochettino intentó despertar: confianza, identidad y ese instinto de pulpo que lo llevó a fichar por el club blue. Y este artículo es un viaje por los dueños del círculo central en los últimos 25 años, para entender por qué Caicedo no llega a reemplazar a nadie, sino a continuar un linaje.
Makelele: el origen del orden (2003–2008)
La lista comienza con el francés Claude Makelele, quien fue una de las primeras figuras de Roman Abramóvich en 2003. Llegó por pedido de Claudio Ranieri, tras ser el equilibrio silencioso del Real Madrid campeón de dos ligas, una Champions y una Intercontinental; pero Florentino Pérez apostó por los “galácticos”, pero olvidó que sin gravedad no hay órbita y Makelele era ese centro de estabilidad que Madrid dejó ir.
En Londres disputó 217 partidos, marcó dos goles, repartió cuatro asistencias y, sobre todo, redefinió el concepto moderno de “pivote defensivo”. Era anticipación, lectura, cobertura. Era la calma en la tormenta. Si hoy se habla de la “posición Makelele”, es porque él la inventó.
Essien: motor, músculo y corazón (2005–2014)
En 2005 llegó un jugador que parecía estar hecho de acero y pulmón infinito y fue así que Michael Essien, se unió por un valor de 40 millones de euros provenientes del Olympique de Lyon. El ghanés llego para acompañar a Makelele y crear una dupla en la cual se recuperaba, conducía, distribuía y aparecía en ataque como un rayo indetectable.
Disputó 256 partidos, marcó 25 goles y se ganó el cariño de la afición porque era el futbolista que nunca negociaba el esfuerzo. Fue campeón de Champions en 2012, símbolo para Mourinho, Ancelotti y Di Matteo.
Matić: el gigante Serbio (2014–2017)
Nemanja Matić volvió en 2014 en el mercado invernal y en su segundo ciclo más maduro y más táctico. El Chelsea pago al Benfica 25 millones de Euros para su retorno, ya que José Mourinho lo pidió para reconstruir un Chelsea que necesitaba contención. El serbio sumó 153 partidos, siete goles, 15 asistencias y una influencia que no siempre se vio en las estadísticas, pero sí en la solidez de un equipo que defendía con él como ancla.
Era físico, elegante, sobrio. Un mediocentro que sabía cuándo cortar, cuándo cubrir y cuándo dar ese pase simple que ordenaba todo.
La dupla dorada: Kanté y Jorginho (2016–2023)
En 2016 llegó Kanté por 30 millones, pedido por Conte, y dos años después se sumó Jorginho, figura del Napoli y elección de Sarri. Sin hacer ruido, juntos formaron una de las duplas más queridas que ha tenido el Chelsea, una sociedad que duró hasta 2023 y que dejó su huella para siempre, incluida la Champions de 2021 frente al Manchester City, con el gol de Havertz y Tuchel al mando.
Jorginho era el cerebro recibía, organizaba y le daba sentido a cada ataque. En cambio Kanté, era el corazón incansable: recuperaba, presionaba y aparecía donde nadie más podía llegar. Uno pensaba, el otro empujaba, uno armaba el plan, el otro lo hacía latir. Juntos, hicieron que el mediocampo del Chelsea sea poesia en el terreno de juego.
Moisés Caicedo: el heredero
Y entonces llegó él. Un ecuatoriano sencillo y humilde, pero con un fútbol feroz. Moisés Caicedo aterrizó en 2023 como el fichaje más caro de la Premier League; el Chelsea pagó 130 millones de euros, una batalla ganada al Liverpool y una muestra de lealtad al club que confió en él cuando su salida del Brighton parecía imposible.
El inicio fue turbulento: expectativa, presión, críticas, pero el “Niño Moi” no se quebró. Bajo el mando de Enzo Maresca recuperó su esencia y volvió a ser ese mediocentro moderno que combina recuperación, intensidad, lectura defensiva y un despliegue que asusta. Es un volante completo: corta, distribuye, cubre, presiona y hasta se anima al ataque.
En la temporada 2024–25 estuvo entre los jugadores con más recuperaciones y entradas de toda la liga, promediando 5.4 acciones defensivas (robos + intercepciones) por partido, rozando el récord histórico de Kanté (5.8). Y el 22 de agosto de 2024, en Conference League, portó la cinta de capitán por primera vez. Un gesto pequeño pero simbólico, ya que el Chelsea comenzó a mirarlo como un líder.
El ecuatoriano levantó la Conference League 2024–25 y el Mundial de Clubes 2025, tras vencer 3–0 al PSG de Pacho (que no jugó por expulsión). Se convirtió así en el segundo ecuatoriano campeón mundial de clubes desde Alberto Spencer en 1966. Casi seis décadas después, otro tricolor tocaba el cielo.
Hoy, el linaje del mediocentro blue tiene un nuevo guardián. Caicedo recoge la esencia de sus antecesores y la convierte en un fútbol moderno, intenso y propio. El Chelsea no buscó un reemplazo, sino continuidad y, sobre todo, futuro en los pies de «Niño Moi».
