Barcelona SC transita su año más simbólico sumido en la confusión: sin rumbo en la cancha, sin respuestas desde la dirigencia, y con un pueblo torero que carga, en soledad, el peso de toda su historia
Mientras el Monumental se apagaba entre gritos ahogados y aplausos muertos, Segundo Alejandro Castillo decía adiós. Su último partido como DT se fundió en un lamento. Barcelona SC cayó otra vez y esta vez ante Manta FC, algo inaudito para la hinchada torero que no sucedía en su casa desde 2010. Lo que parecía impensado, ahora ya es costumbre. Derrotas, dudas y una hinchada que en pleno Día del Padre, salió con el corazón hecho trizas.
Menos de 20 mil almas acudieron a «El Coloso de América», donde no hubo milagros, ni estrategia, ni rebeldía. Castillo en su despedida, optó por improvisar y dejó en la banca a su reciente fichaje Miguel Parrales y lanzó al ruedo a Gustavo Cortés en una función que nunca comprendió. El resultado fue un equipo sin brújula, sin carácter, donde Braian Oyola regaló un pase que acabó en gol de Cristian Alemán. Y tampoco hay que olvidar la titularidad y el bajo nivel de Janner Corozo, Aníbal Chala que llevan meses sin brillar y siguen siendo titular mientras promesas como Jandry Gómez miran desde el banquillo.
Pareciera que el “Mortero” se preocupó más por lucir impecable en sus trajes que por ajustar las piezas en la cancha. Porque el banquillo no es una pasarela, es un campo de batalla y Barcelona no necesita modelos, necesita líderes. Se fue entre telas elegantes, pero con un equipo en ruinas.
Esta crisis no solo se juega en la cancha, también se cocina en los escritorios, donde nadie da la cara. La hinchada clama por respuestas, mientras parte del periodismo se divide entre, quienes alzan la voz y quienes prefieren mirar al cielo como si aquí no pasara nada. Y esto no es nuevo y para colmo uno de los dirigentes ,que trabaja en varios medios deportivos y es conocido por su frase: “Tengo tres programas para…” cuando se le pregunta en esos mismos espacios sobre el cuadro torero, el responde con evasivas o simples risas. Y el problema es que al hincha no se ríe nadie, tampoco del socio y mucho menos del acreedor que aún cree, con ciegamente, en el club que aman.
¿Hasta cuándo tanto silencio? ¿Hasta cuándo se esconde la dirigencia detrás de comunicados vacíos, o peor en redes sociales? Porque un club no se dirige desde X, se conduce con liderazgo y humildad.
A esta tormenta se suma el déficit financiero, el pasivo de Barcelona pasó de 51,9 millones a casi 60 millones en un solo año. Y mientras eso ocurre, sueñan con construir un centro comercial, como si eso fuera a devolverle la gloria al equipo. La verdadera inversión está en la cantera, en el semillero, donde nacen los sueños que luego visten la camiseta con orgullo. Ahí está la verdadera mina de oro.
Esa tarde del encuentro y tras el pitazo final, la hinchada fue hasta el boca del túnel; y no para alentar, sino para reclamar. Hubo empujones, lanzamientos de objetos, gritos desgarradores y rabia contenida. La Policía tuvo que intervenir, no era violencia, era desilusión y la consecuencia de tanto abandono al club.
¿Será que también hay manos externas metidas en las decisiones del club? ¿Qué representantes son, los que alinean más que el cuerpo técnico? Porque si “Primero es Barcelona”, como dice el eslogan, entonces que actúen como si lo fuera. No se puede festejar cien años con fuegos artificiales, cuando por dentro el barcelonista está hecho pedazos.
Si en su momento tacharon de “vendido” a un reconocido periodista que después fue ministro, vale recordar algo esencial: el deber como periodista es decir la verdad, aunque incomode. Lo que ese comunicador estaba haciendo no era otra cosa que advertir sobre una muerte anunciada de esta institución. Y hoy esa profecía parece cumplirse con cada rueda de entrevista negada, con cada silencio, con cada excusa en ruda de presa.
Barcelona no es solo un equipo, es el latido dorado que retumba en cada esquina de país, es el grito que nace en el alma de un pueblo que nunca se rinde. Y cuando esa fe se tambalea, no es el hincha quien falla, es la dirigencia la que ha perdido el rumbo. No maten la esperanza con discursos vacíos, no tapen el sol con marketing y sacando camisetas cada mes. Levanten la frente, miren al pueblo que los sostiene y devuélvanle la alegría que esta camiseta merece.
Porque Barcelona SC es del pueblo y cuando el pueblo alza la voz, retumba como trueno en el cielo del Astillero. La voz de Dios es la voz del pueblo, y ya no está dispuesto a callar.