Desde los estadios del norte canadiense hasta las miradas hambrientas de Roma, Estambul y Atenas, el talento de Vite despierta interés a equipos históricos de Europa
Desde Santa Rita de Babahoyo , hasta las costas de Vancouver, brilla el talento de Pedro Vite. Este mediocampista ecuatoriano, con apenas 23 años, ha tejido su camino con la sutileza de un verso bien escrito. Hoy es el orquestador del medio campo de juego, del Vancouver Whitecaps, club canadiense que compite en la MLS, donde el balón obedece a su imaginación.
Vite ya era conocido por su toque fino, por su clase y por las convocatorias a la Tricolor. Pero su actuación ante el Inter Miami, por la semifinal de vuelta de la Concachampions fue una cuando su nombre resonó más allá de las fronteras. Cuando el empate parecía inevitable, en el minuto 90, sacó un disparo quirúrgico que se clavó en el ángulo, dejando sin aliento incluso al campeón del mundo, Lionel Messi. Ese golazo no solo selló una victoria, sino que encendió las alarmas del viejo continente: Europa quiere a Pedro Vite.
Su valor de mercado, según Transfermarkt, es de 5 millones de euros. Y como si de una subasta sutil se tratara, tres gigantes del fútbol europeo han posado sus ojos sobre él. Desde la eterna Roma, donde los ecos del Coliseo aún retumban entre leyendas, la AS Roma suspira por su inteligencia en el campo. Desde Estambul, ciudad de puentes entre dos mundos, el Fenerbahçe ve en él al arquitecto de su nuevo juego. Y desde Atenas, donde los dioses del Olimpo aún inspiran a los guerreros del Panathinaikos, sueñan con vestirlo de verde esperanza.
Todos estarían dispuestos a desembolsar cerca de 3 millones de euros por su magia, ya que le queda 6 meses de contrato. Pero el Vancouver Whitecaps, sabiendo que posee una joya en plena madurez, tiene como objetivo mejor el contrato, ya que no quieren soltarlo así de fácil.
Más allá de cifras, rumores o negociaciones, Pedro Vite representa la esencia misma del fútbol ecuatoriano: pasión, calle, técnica, humildad. Su estilo combina visión con regate, precisión con pausa. En un fútbol cada vez más táctico y robótico, él es la poesía que aún se atreve a bailar con la pelota.
Y mientras Europa prepara el escenario para su desembarco, Ecuador, con el corazón en la mano, lo observa con orgullo. Porque Pedro Vite no solo juega, Pedro Vite emociona.